

Hoy hace un año que somos licenciadas. Un año de aquel trabajo práctico interminable que casi nos deja únicamente con las ganas del título.
Recuerdo y vivo el día nuevamente con la ansiedad de no saber qué es lo que puede llegar a pasar. Con ese miedo terrible y catastrófico que tenemos los estudiantes de ser reprobados. Muchas veces perdemos de vista lo realmente importante y otorgamos demasiada importancia a cosas que en realidad no la tienen. Eso me pasó y nos pasó mucho durante toda la carrera (a algunas más que a otras, je!). Pero siempre llega la pregunta salvadora: ¿Qué es lo más terrible que puede pasar? ¿Un dos? Si es un dos claramente no estabamos bien preparadas y deberemos volver y ser millones. De todas formas esa tranquilidad duraba instantes y el miedo volvía a arremeter.
El 26 de febrero de 2008 fue uno de los días más largos de mi vida. Pasé todo el fin de semana previo encerrada en la casa de mis padres con Rocío y Paula haciendo el trabajo práctico. Mientras nosotras nos quedabamos puertas adentro, Daiana estaba en pinamar acusando estrés. Flor se la pasó diseñando 90 power points, y Sol, por ser sombrero negro, quedó desinvitada automáticamente de cualquier encuentro de estudio (en realidad temíamos tener que empezar a hacer todo el TP desde cero).
Esperamos a ser llamadas en los tan conocidos pasillos de la UCA. Nos acompañaban padres, hermanos, abuelos, novios, primos y flores, muchas flores que anticipaban una victoria que tardaría varias horas en llegar. Pero llegó. Y con ella saltamos y saltamos sin parar. Estábamos felices de haber logrado recibirnos todas juntas, defendiendo un mismo trabajo, tirando para un mismo lado. Después de 4 años verdaderamente habíamos logrado conformar un equipo de trabajo.
Aquel día poco me importó el tobillo esguinzado, y seguimos festejando y riendo y llorando hasta quedar agotadas.
Esperamos a ser llamadas en los tan conocidos pasillos de la UCA. Nos acompañaban padres, hermanos, abuelos, novios, primos y flores, muchas flores que anticipaban una victoria que tardaría varias horas en llegar. Pero llegó. Y con ella saltamos y saltamos sin parar. Estábamos felices de haber logrado recibirnos todas juntas, defendiendo un mismo trabajo, tirando para un mismo lado. Después de 4 años verdaderamente habíamos logrado conformar un equipo de trabajo.
Aquel día poco me importó el tobillo esguinzado, y seguimos festejando y riendo y llorando hasta quedar agotadas.
¡Gracias Gianoli!
¡Felicitaciones chicas!
Mirthi